martes, 29 de octubre de 2013

Caso 169. La Maldición de los Infartos Consecutivos

Hoy he sufrido una de las peores experiencias de mi vida y he temido por mi vida como nunca lo he hecho hasta ahora. Pero antes de proseguir, necesito poner en contexto el terrible evento.

Junto con mis colegas de investigación hemos viajado hasta Londres, siguiendo el rastro que Jackson dejó tras de sí. La Fundación Penhew parece que podía proporcionarnos información sobre la Expedición Carlyle que tan obsesionado tenía a Jackson, así que fuimos a entrevistarnos con el director de la Fundación. El trato fue cordial e incluso Sir McApain y yo nos hicimos socios  de la fundación, aportando una donación considerable. Lamentablemente, no logramos sacar nada en claro. La tragedia llegó esa misma noche, cuando Sir McApain sufrió un infarto al corazón cuando nos encontrabamos teniendo una amigable charla tras la cena en su mansión de Londres.

Afortunadamente, nuestros compañeros pudieron reanimarle antes de que fuera demasiado tarde, pero el noble inglés aseguró haber sido asediado por una presencia maligna. El agente Fisher comentó que probablemente se tratara de un hechizo de mal de ojo o una maldición mágica similar. Rápidamente intenté desechar el asunto para evitar que el pánico se adueñara del grupo, pero creo que ahora el miedo se ha arraigado en todos nosotros.

A la mañana siguiente, mientras McApain se recuperaba del ataque cardíaco proseguimos con la investigación, visitando el Soho y vigilando la fundación. Todos nos mantuvimos ocupados, pero obviamente, no podíamos evitar estar nerviosos. Esto ha debido ser más cierto para mi que para nadie, pues esa misma noche, y tras un inesperado enfrentamiento violento con unos sectarios enloquecidos, yo mismo sufrí otro infarto cardíaco.

Sin apenas síntomas previos, sentí como mi corazón era estrujado mientras mis ojos se nublaban.  No me di cuenta de que había caído al suelo, pues sentí como la mirada de un ser tenebroso me vigilaba desde la distancia. Poco después, desperté de la muerte gracias a la atención de mis colegas de investigación. Desde entonces, hemos adoptado una serie de medidas que una persona normal calificaría como "paranoicas". Hemos decidido descansar unos días en la casa de campo de sir McApain, intentamos ir siempre armados y nos estamos acostumbrando a vigilar si nos siguen.

Ya han pasado un par de días desde mi infarto y por fin he podido pensar en ello. Cuando desperté, lo hice con un ansia de venganza irracional, convencido de las artes maléficas de la Fundación Penhew. ahora, más tranquilo, no he dejado de creer en la culpabilidad de la fundación, y de que alguien intenta impedirnos seguir con nuestra investigación, pero, parafraseando a Ockam, la explicación más plausible es que no hay nada sobrenatural en lo sucedido, sino algo más sencillo: la sugestión mental.

La hipnosis como ciencia lleva investigandose desde hace dos siglos, y a pesar de su excéntrica fama, cada vez va mostrando resultados más sorprendentes. Más allá de los espectáculos de mentalismo (a los que he asistido con asiduidad y todos he descubierto como fraudes), la hipnósis tiene una serie de usos científicos de gran utilidad, como la curación psiquica, la eliminación de fobias o la recuperación de recuerdos perdidos. La sugestión mental es otro uso menos conocido, pero de gran utilidad. Aunque es dificil de demostrar, es posible que un hipnotista de gran habilidad pueda haber alterado tanto el estado fisiológico de McApain y el mio propio hasta tal punto que la presión de la situación haya provocado los ataques cardiacos. Un trauma durante la Gran Guerra, podría explicar la mirada maléfica que contempló Sir McApain. Y obviamente, esta descripción junto a la justificación que dio Samuel Fisher, hizo inevitable que yo también viera esos infames ojos demoníacos.

Por el momento, lo mejor para evitar otros ataques, lo mejor es que sigamos escondidos. Si el grupo se siente seguro, es menos probable que se produzcan más ataques, por efecto "rebote", y además, necesito unos días para recuperarme de este duro golpe a mi salud.