viernes, 27 de diciembre de 2013

Caso 170. Evolución paralela

Desde tiempo inmemoriales los seres humanos han fantaseado con seres monstruosos de diversa familiaridad humana. Desde los Abominables Hombres de las Nieves (también conocidos como Yetis o Mi-Go en lengua nepalí) hasta los hombres jaguar de ciertas civilizaciones precolombinas, la idea primordial del hombre bestial ha convivido con nosotros. Históricamente, esta figura del hombre monstruoso es una metáfora del lado violento y salvaje de la personalidad humana. Muchas veces, adopta la forma de una enfermedad o condición ajena a la voluntad del individuo (la parte racional del hombre monstruoso). De esta forma, la parte racional es inocente de los actos reprochables que realice la parte irracional, ya que no puede controlarlo. Este concepto de poder llevar a cabo actos de cualquier índole sin asumir las consecuencias es una de las grandes fantasías del ser humano y resulta lógico que se encuentre presente en la mayor parte de las mitologías conocidas.

Sin embargo, el otro dia mis compañeros y yo nos enfrentamos de verdad a un ser humano bestial real. Teníamos la certeza de que un hechicero residía en una casa que teníamos localizada, e incluso una persona nos había confesado que se trataba de lo que el llamaba "un hombre serpiente". Este testigo era claramente inestable y pude evaluar que había perdido la razón más allá de toda esperanza, pero lo que parecía ser su "fantasía monstruosa" resultaba más coherente de lo esperado en pacientes de un perfil similar, como si su testimonio pudiera ser cierto. Y lo cierto es que un extraño convencimiento nos embargó al grupo, y partimos hacia la casa, decididos a acabar con ese monstruoso hechicero. También es cierto que algunos de mis compañeros habían tenido una indescriptible sensación de malestar en presencia de ese ser.

Una vez dentro, y por sorpresa, encontramos a la persona en el sótano y acabamos con su vida a balazos sin mediar palabra, un acto de violencia irracional que nunca antes había experimentado y que, sin embargo, encontré necesario. Al morir, el ser pareció cambiar de forma ante nuestro ojos, adoptando una piel escamosa enfermiza, un cuerpo inhumanamente deformado y un hedor insoportable. No pude seguir mirando el cadáver de ese monstruo, que a todas luces no era un ser humano.

Digo que no era humano, pero no me atrevo a decir que no fuera remotamente humano. Había algo en su mirada... ¿quién nos dice que si procedemos del mono, tal y como describe Darwin en El Origen de las Especies no podría haber una especie evolucionada que surgiera de reptiles en lugar de mamíferos? ¿Y si los reptiles que viven bajo tierra o en junglas remotas lograron evolucionar hasta alcanzar una inteligencia similar a la nuestra? ¿Y si han evolucionado aún más, hacia otra cosa?

Lo más desconcertante de esa monstruosidad es que por algún mecanismo similar al del camaleón (¿o el uso de feromonas quizás?) podría aparentar una aspecto humano. ¿Y si hay más seres serpientes habitando entre nosotros? ¿Cómo podemos confiar en nuestro prójimo si existen seres capaces de camuflarse así? Es necesario que mantenga estas últimas inquietudes en lo personal. no puedo permitir que la paranoia se contagie entre los demás miembros del grupo. Claro que tendré que asegurarme que puedo confiar en todos ellos antes de compartir mis preocupaciones...